
Hace un par de años cuando aún trabajaba en el corporativo en una gran transnacional, me sentía feliz, aunque siempre bromeamos que no tenía vida y era casi literal. Ingresaba muy temprano, salía bien entrada la noche e inclusive trabajaba fines de semana en casa o visitando puntos de venta. No lo veía mal amaba lo que hacía y le poníamos pasión (dejemos a un lado que si bien era mamá, estaba soltera y no tenía muy claras mis prioridades).